En esta sección sobre el curso de caligrafía, veremos las características de la tinta y el tintero.
La tinta china
La tinta se hace moliendo en el tintero la barra de tinta y se echa un poco de agua. Las barras de tinta se hacen de hollín de aceite de tung, de hollín de carbón, se mezcla de gelatina y especia. Hoy en día la tinta se presenta en estado sólido y líquido. Esto acorta el tiempo de preparación.
Anteriormente, la tinta sólida había que mojarla en agua y frotarla sobre la piedra de tinta. El frotamiento es circular y rítmico. Este ritual facilita la relajación de la mente del artista y aprovecha para centrarse en la práctica de la obra caligráfica que va a llevar a cabo. Este proceso de preparación de la tinta nos permite regular la densidad y el color de la tinta dependiendo de la cantidad de agua que le echemos a la tinta. Cuanta más espesa más negra quedará en el papel y más lento va a ser el trazo.
Para el comienzo de la caligrafía es mejor comenzar con una tinta espesa ya que una tinta líquida con el primer trazo cae la gota de agua que sobra formando un borrón que pertenece al carácter. El color, por tanto, de la tinta será de negro fuerte que con la presión del pincel y los espacios en blanco en el trazo provoca un contraste fuerte.
Con la práctica y el conocimiento, vamos adquiriendo experiencia y sabremos que cantidad óptima de tinta hay que echarle al pincel. Si no ha penetrado bien la tinta entre los pelos del pincel con facilidad, no se podrá ver nuestra obra en el papel. La tinta líquida es la que hoy en día se utiliza con mucha mayor frecuencia. Se puede comprar en cualquier papelería. La tinta china nunca se descolora por eso las obras de caligrafía que nos han llegado hasta nuestros días tienen el mismo color que hace cientos de años.
El tintero
El tintero apareció después del inicio del empleo de la tinta en bolas y en barras en los siglos III y IV. La mayoría de los tinteros son de piedra pero también los hay de cerámica, porcelana, cobre y hierro. El tintero tiene que ser poroso pero sin serlo en exceso para que la tinta respire cuando la contiene. Así no se seca antes de tiempo, se mantiene húmeda y no se forman pequeñas costras. Lo primero que hacemos es humedecer el pincel con agua y luego mojarlo en la tinta para luego acariciarlo y frotar los pelos del pincel en la piedra del tintero.
Se rota el pincel entre nuestros dedos para que la punta del pincel tenga una forma homogénea.
Al finalizar el trabajo hay que limpiar bien el tintero y no perder sus cualidades que la hacen idónea para utilizarlo al día siguiente.
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